Como cada día en que debo oírlo, suena el terrible timbre del despertador para anunciar que debo levantarme. Trato de no entrar en pánico tan temprano, pues sé que, aunque yo lo he intentado, no puedo (no quiero) escapar de la rutina, de abrir los ojos unos minutos antes de que tuviera que hacerlo, deSigue leyendo «La maleta vacía»
