«Los declaro marido y mujer», dijo Blake al Cielo y al Infierno

Desde hace ya un buen tiempo, he querido encontrar formas de traer la literatura a la vida cotidiana, con el propósito de que más personas conozcan la riqueza que se haya en los libros y, tal vez así, se interesen en leerlos dentro de un entorno donde el cine -y en especial aquel de Hollywood- domina las horas y los espacios de ocio junto al fútbol, las series de Netflix, y las redes sociales. La lectura, sin duda, tiene una clara ventaja frente a todo lo antes mencionado: nos permite ejercitar nuestra creatividad de una manera directa, ya que quien lee imagina su propia versión mental de lo que está siguiendo a través de las palabras. Además, la literatura siempre contribuye al enriquecimiento del vocabulario y a la renovación de la manera en que nos expresamos y, en consecuencia, a una mejora continua en el nivel de pensamiento.

Por ello, en esta ocasión he decidido invitarlos a conocer, o recordar, a William Blake, poeta y pintor del Romanticismo inglés. Este movimiento artístico, que en México fue representado dignamente por personajes como Manuel Acuña e Ignacio Altamirano, sucedió principalmente durante el siglo XIX y se creó para enfatizar la imaginación y las emociones frente a la razón, para contrastar a la revolución industrial que se había generado en la centuria anterior. Cansados del pensamiento casi exclusivamente orientado a la economía y al desarrollo tecnológico (¿les suena familiar?), varios escritores decidieron invocar a las musas para recordarle a la sociedad de su tiempo que el arte también es parte fundamental del ser humano.

Así, este místico iluminado de apellido Blake, escribió -y pintó- su concepción de «El matrimonio entre el Cielo y el Infierno» (The Marriage of Heaven and Hell) para crear una de sus obras más emblemáticas. Este trabajo literario, con su explicación y sus proverbios, ha conseguido -incluso- filtrarse en la cultura popular; baste como ejemplo citar a Enrique Bunbury y sus Héroes del Silencio en la canción El camino del exceso, que, en el coro, dice

Si estás dispuesto a afrontar
La escena no es de William Blake
¿Estás dispuesto a devorar estrellas
que sacien tu sed?

A continuación, y con el propósito de despertar su curiosidad, incluyo algunos de los proverbios -del Infierno- de este poema que, sin duda, invitan a la reflexión (con mi propia traducción al español):

«In seed time learn, in harvest teach, in winter enjoy.» (En tiempos de semilla aprende, en la cosecha instruye, en el invierno disfruta).

«The road of excess leads to the palace of wisdom.» (El camino del exceso conduce al palacio de la sabiduría).

«He who desires but acts not, breeds pestilence.» (Aquel que desea pero no actúa, engendra pestilencia).

«He whose face gives no light, shall never become a star.» (Aquel cuyo rostro no da luz, jamás se convertirá en estrella).

«The busy bee has no time for sorrow.» (La abeja ocupada no tiene tiempo para lamentarse).

«Think in the morning. Act in the noon. Eat in the evening. Sleep in the night.» (Piensa durante la mañana. Actúa al mediodía. Come por la tarde. Duerme por la noche).

«Exuberance is Beauty.» (La exuberancia es belleza).

Entonces, la poesía no está tan alejada de nuestro día a día, ¿o sí? Revisemos nuestras redes sociales y comentemos responsablemente -porque son medios para comunicarnos-; vayamos al cine y veamos Netflix, pero también, leamos. Y, sobre todo, sigamos interactuando dentro y fuera de los ámbitos académicos y laborales, porque ello sentará las bases para tener un mejor entendimiento de nosotros mismos.

Publicado por Mauricio

Inquieto y melancólico. Ingeniero Industrial y Licenciado en en Lengua y Literaturas Modernas (Letras Inglesas) que gusta de leer, escribir y traducir. Restless and melancholic. Industrial Engineer with a B.A. in English Language and Literature, who enjoys reading, writing and translating.

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