Vlad, el Vampiro feudal de los Cárpatos, se vuelve «chilango»

Se dice que el vampiro, el monstruo, el hombre-diablo, aquel ser transmutable que necesita sangre para sobrevivir en la oscuridad eterna, se mueve de un lado a otro por el mundo para no ser descubierto. Por esta misma razón, mantiene sus asuntos solo con aquellos humanos que le son útiles, ya sea para saciar su sed o para darle una estancia cómoda, como la que tuvo inicialmente en aquel castillo cerca del Danubio.

O, al menos, es parte de lo que nos relata Carlos Fuentes en la última novela que terminara antes de ausentarse de este mundo, Vlad, donde el ente mítico se muda a la Ciudad de México para contar con un menú de más de veinte millones de jugosos cuellos, y dar así continuidad a su vida en la muerte con la ayuda de un prestigioso bufete de abogados (dicho sea de paso, el mismo Fuentes estudió Derecho en la UNAM). La historia que nos cuenta a través de una narrativa fluída, precisa y contundente, tiene como protagonista a Wladislaus Dragwlya, también llamado Vlad «el empalador», y universalmente famoso ―hasta donde nuestro universo abarque― por el apellido con el que Bram Stoker titulara su aclamada novela gótica del siglo XIX, Drácula. Aunque prácticamente todos sepan quién es y qué hace, y cómo aparece y se transforma a causa no solo de Stoker, sino del cine, el cómic, la televisión y otros tantos inventos que disfruta ―o sufre― la sociedad posmoderna, Vlad es una novela atrayente no solo porque integra un personaje del siglo XV al entorno urbano contemporáneo de una megolópolis, y lo hace habitar en uno de los barrios más lujosos de la ciudad ―donde tienen casa varios políticos y empresarios, incluido algún expresidente de México― sino porque con su característica habilidad narrativa, Fuentes logra generar misterio y mantener la tensión del lector hasta la última sílaba, que lo deja reflexionando sobre lo que pudo haber ocurrido tras el devenir de los eventos más funestos.

Además, las imágenes dibujadas a través de las palabras que usa Navarro ―el ingenuo abogado que cree estar ejecutando tan solo las órdenes de su jefe, don Eloy Zurinaga― provoca que quien lea esté ahí, de pie en la casa del Conde Vlad, escudriñando la luminosidad sombría con la vista, preguntándose para qué tantas coladeras, asombrándose por las ventanas tapiadas, y con el presentimiento de que algo terrorífico puede asomarse, de pronto, por la barranca que aísla la construcción del resto de las moradas.

Por ello, y por todos los sucesos que se revelan a lo largo de la narrativa, Vlad es un libro interesante y sorpresivo que aborda dos de los temas medulares para el ser humano: el amor y la muerte, Eros y Tánatos, para desembocar en lo otro, en aquello que el inconsciente oculta en un intento por acallar el alma, aunque a veces acabe por destruirla.

Publicado por Mauricio

Inquieto y melancólico. Ingeniero Industrial y Licenciado en en Lengua y Literaturas Modernas (Letras Inglesas) que gusta de leer, escribir y traducir. Restless and melancholic. Industrial Engineer with a B.A. in English Language and Literature, who enjoys reading, writing and translating.

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