Inteligencia emocional y empatía… ¿en redes sociales?

Sin duda, las redes sociales han abierto vías rápidas de comunicación que antes resultaban impensables, y que son útiles para diversos propósitos como, por ejemplo, compartir con nuestros contactos un momento grato, enviar fotos y videos para organizarnos después de una tragedia común ─como un sismo─ y celebrar o conmemorar alguna fecha importante a pesar de la distancia física, entre varios más… No obstante, cuando se trata de un tema que polariza a la sociedad, un número nada despreciable de usuarios de ambos bandos parece olvidar que sigue interactuando con personas, con los otros, y no solo con elementos audiovisuales y tipográficos que se miran a través de una pantalla.

Esto puede deberse a que, en muchos casos, los «usuarios» son trolls o bots con un propósito específico que nada tiene que ver con una crítica constructiva o un sano deseo de discusión y, en otros, a que se aprovecha el uso de una máscara virtual para emitir opiniones subjetivas, comentarios poco razonados, e insultos que hacen evidente un control mínimo de las emociones, ante una extraña e imperiosa necesidad de contribuir a una tendencia en tiempo real.

Esto puede resultar sorprendente si se piensa que, al hacer uso de la palabra escrita, en general tenemos más tiempo para expresar de manera precisa aquello que queremos decir, en contraste con la oralidad del lenguaje, en donde tenemos que transmitir un mensaje de forma casi inmediata pues estamos frente al otro, con su mirada, sus gestos y sus movimientos ante nuestros ojos. Por ello, el estudio de la inteligencia emocional se ha dirigido más a interacciones físicas que virtuales aunque, en estos tiempos de confinamiento por la pandemia, lo digital cobra aún más fuerza como medio de comunicación.

Aunque ya se ha dicho bastante sobre la inteligencia emocional, su desarrollo y práctica sigue siendo fundamental no solo para desenvolvernos con más éxito en un entorno laboral, sino ─y sobre todo─ para ser mejores individuos, y con ello ser más sensibles no solo a nuestras necesidades y sentimientos, sino también a los de los demás; hacernos conscientes de que el otro existe como alguien que piensa y siente, incluso si esos pensamientos e ideas no concuerdan con los nuestros. La política, la religión, y varios movimientos sociales como el feminismo o los derechos de las minorías, son tan solo algunos ejemplos de situaciones que provocan reacciones viscerales en redes sociales y, especialmente, en Twitter, dada la inmediatez de respuestas que caracteriza a este entramado colectivo, en el que no hay «amigos» ni «contactos», como sucede con Facebook y LinkedIn, respectivamente.

De acuerdo con la Dra. Ofelia Gutiérrez, Secretaria de Innovación Educativa de la UNAM, “la inteligencia emocional es poseer la capacidad de entender tus propios sentimientos, entrar en contacto con los sentimientos de los demás, tener empatía con las otras personas, poseer esa capacidad y emplearla para solucionar los problemas de la vida con el menor costo y estrés”. Y precisamente en relación con esto, Daniel Goleman concluye que existe una tríada de la empatía:

  1. Empatía cognitiva, de carácter racional, que nos permite comprender la perspectiva y estado mental de la otra persona, y al mismo tiempo manejar nuestras emociones mientras asimilamos las de ella.
  2. Empatía emocional, en donde acompañamos a la otra en lo que está sintiendo, y «nuestros cuerpos resuenan con el tono de alegría o tristeza por el que esa persona está pasando».
  3. Preocupación empática, en la que, derivado de alguna de las dos anteriores, en verdad nos preocupamos por lo que esa persona está pasando, y nos movilizamos para ayudarla si es necesario.

La empatía cognitiva nos brinda la habilidad para entender los puntos de vista y la manera de pensar de la otra persona con base en lo que sabemos de ella, y la emocional nos hace sentir aquello que está moviendo sus entrañas, y nos conecta no solo mediante el lenguaje verbal ─incluyendo el tono de voz─ sino además por la expresión facial, los movimientos de las manos, y los distintos signos que nos aporta el lenguaje corporal. Entonces, la empatía tiene una relación directa con la autoconsciencia (self-awareness) tanto de nosotros como de los demás, porque «leemos a los otros al conectarlos con nosotros mismos».

Con base en lo anterior, es posible decir que ahora debemos aprender a ser empáticos sin ver a la otra o al otro a la cara, sin escuchar su voz, sin observar sus reacciones corporales y sin saber, incluso, si en realidad se trata de una persona o de un perfil falso y automatizado, puesto que siempre hay alguien detrás de la imagen que se nos presenta y de las palabras que se escriben. Esto puede parecer sumamente difícil por los procesos de convivencia presencial que hemos aprendido, pero sin duda puede lograrse si en todo momento tenemos consciencia de que ese «tuit» está escrito por otro ser humano.

Algunas de las preguntas que yo siempre trato de responder antes de hacer una publicación escrita, en especial cuando se trata de un tema que involucra opiniones contrapuestas, son:

  • ¿Si tuviera enfrente de mí a esa persona, mirándome directamente a los ojos, me atrevería a decirle lo que estoy escribiendo?
  • ¿Se lo diría de manera distinta?
  • En vez de promover el diálogo, ¿estaría ocasionando una reacción violenta ─verbal, y quizá física?
  • ¿En verdad es relevante para mí (tratar de) establecer un diálogo con esa persona?

Para finalizar, a continuación dejo algunas oraciones que pueden ayudarnos a reflexionar sobre este tema, y que a mí me ha resultado útil recordar cuando siento que mi inteligencia emocional está en riesgo ante un comentario que me resulta ofensivo, o que es contrario a mi manera de pensar:

«[…] la libertad del prójimo […] es el límite de mi libertad, ‘su otra cara’.» Jean Paul Sartre, El ser y la nada.

«¿Quién con razón o por derecho puede asumir / Monarquía sobre quienes por derecho son / […] En libertad iguales?» John Milton, Paraíso Perdido.

«El precipitarse en el Otro se presenta como un regreso a algo de que fuimos arrancados. Cesa la dualidad, estamos en la otra orilla. Hemos dado el salto mortal. Nos hemos reconciliado con nosotros mismos.» Octavio Paz, El arco y la lira.

«Abstente de parecer un idiota a causa de discutir con un idiota.» Thomas More, Utopía.

«El respeto al derecho ajeno es la paz.» Manifiesto, Benito Juárez.

«Antes que política / Ya estabas tú, ya estaba yo / Mira, qué contradicción / En vez de odiarme tanto /¿No deberías mostrarme tu razón?» Yo busco, Café Tacvba.

«Sin contrarios no hay progresión. Atracción y repulsión, razón y energía, amor y odio, son necesarios para la existencia humana.” El matrimonio entre el Cielo y el Infierno, William Blake.

Publicado por Mauricio

Inquieto y melancólico. Ingeniero Industrial y Licenciado en en Lengua y Literaturas Modernas (Letras Inglesas) que gusta de leer, escribir y traducir. Restless and melancholic. Industrial Engineer with a B.A. in English Language and Literature, who enjoys reading, writing and translating.

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